sábado, 31 de mayo de 2008

Repliquetes

Repliquetes fue el primer compilado de pretextos del tiempo.
Escritos en distintos bares de Bs. As. "mientras hacía tiempo"entre 1995 y 1999.


Soportatis...¿Largum vivirum?
Mentirus, mentitis.

Afrodisacos puro pueren
and mortis por ti, mi confutatis.

Non so yo sen, ni mamarum
más infra dotadus
que potus cortarum.

Son ya cien que volarum
Inri que pez descanse

Non trabuquen, non subrayen
no mastiquen, amorticen
Amén.



Se Remata

De mí un monolito, un monoblock
una grieta en el techo que gotea
Un aroma
una preposición
(la que quieras)


lo no dicho del remate

un helecho desatiende la furia del viento
y en voz baja susurra
lo no dicho del remate

lunes, 5 de mayo de 2008

Onirico Sunshine

Onírico Sunshine, tercer compilado de textos entre los años 2001 y 2003. Extractos de sueños, imagenes caprichosas y una férrea necesidad de mantener la ilusión a pesar de una realidad cascoteada.

“En tu tierra – dijo el Principito - los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín...y no encuentran lo que buscan...” (Saint Exupery)

El jóven y el anciano

Un joven discípulo atraviesa un pequeño bosque de eucaliptos.
Camina cada mañana hacia la casa de su Maestro que queda del otro lado del valle, al pie de montaña.
Dicen, que esa montaña, en otros tiempos, fue un volcán que arrasó con todo el pueblo dónde ahora vive el discípulo, y que el Monje - su Maestro - fue el único sobreviviente. Para ese entonces, era joven, tanto como quien ahora es su discípulo. Desde aquel episodio, vive al pie de la montaña como un ermitaño.
Cada mañana, el joven camina durante cinco horas hasta la casa del Maestro. Ni bien llega, se saludan con distancia y el anciano apoya sobre la mesa, un vaso que de inmediato llena con agua.
El muchacho, se sienta y mientras relata las noticias del pueblo, toma de a sorbos el agua.
A lo largo de un año, joven y anciano se dan la bienvenida e inician el encuentro de la misma forma.
Una mañana, como todas, el joven discípulo llega hasta la cabaña del viejo agitado. Sin aliento comienza a hablar. Después de la charla comparten juntos ejercicios de respiración y luego, la lectura de la tarde.
Al día siguiente, y en los sucesivos días, tienen exactamente la misma rutina.
Después de una semana, desde la aldea, el joven se levanta ya sin el mismo entusiasmo de antes para emprender el viaje hasta el pie de la montaña.
En el camino, ya no camina con la misma perseverancia. Ya no siente disfrutar el paisaje.
Algo lo atormenta, pero al llegar a lo del Maestro, tampoco puede compartirlo.
Hasta que un día, se sienta como todas las mañanas en la misma silla, frente al Monje, sin articular palabra. Permanece largas horas en silencio sin comprender lo que le ocurre.
Entonces, el Maestro, por primera vez, enciende su pipa frente al muchacho y sin perder la calma le pregunta qué le ocurre.
El muchacho, levanta la mirada ante la pregunta, une sus manos arriba de la mesa vacía y responde:
- Maestro, hace semanas que no concilio el sueño. Todas las noches viene a mí una sola pregunta que no logro responder - ¿Qué es lo importante?
El maestro sonrío, y como en un principio, después de varias semanas de no hacerlo, volvió a colocar un vaso sobre la mesa, que de inmediato llenó con agua.
El joven, tomó el vaso con agua y apenas con un sorbo, se sintió mejor.